martes, 14 de diciembre de 2010

El miedo

Pregunta con voz trémula la decrépita "clase media":

¿A dónde se fue el respeto por nosotros mismos? 
¿Nuestra voluntad a que se corrijan las cosas?
¿Nuestra convicción de que somos grandes, que no cejamos, que no nos abandonamos, que no admitimos que otros corruptos se salgan con la suya, que no deberíamos merecernos lo que estamos viviendo?

Una parte se fue cuando se instaló el miedo. Las sociedades enfermas de miedo son incapaces de organizarse, de rebelarse y de pensar en otra cosa que no sea el sobrevivir.

Otra parte se diluyó en las aspiraciones acomodaticias de la ingenua clase media, que está desconcertada luego de que se le acabaron las píldoras para soñar con que transitaba a la democracia, al primer mundo (y por supuesto a que pasaban a ser ricos)

Otra más se quedó ciega de tanto mirar para arriba y no ver al otro México que resiste, lucha y se organiza y no está lamentándose porque se le acabó el caramelo con el que la oligarquía les hacía sentir seguros.

La guerra le llegó a la clase media, a la que ronda temerosa y sin líderes paternales a quien seguir y creer. Pero la guerra ya estaba desde antes entre nosotros, con la más cruda de todas las violencias: La pobreza. La pobreza y la marginación que no veía la "clase media" desde su cómodo asiento de oficina, en su chequera y su salario seguro.

Y la "clase media" ahora si se lamenta de que no hay nadie que haga algo, pareciera que es la protagonista de aquellos versos del pastor luterano alemán Martin Niemoller:

“Cuando los Nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. 
Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

Se creyeron la ingenua idea de que "ahora sí" en esta nueva oportunidad recuperaremos al país y la democracia" se sentaron a esperar la llegada de "los tiempos mejores" mientras el fascismo se rearmaba y consolidaba sus territorios.

Y seguirá instalada mientras piensen que es sólo un problema de "corrupción" o de falta de "espacios democráticos" y no se atrevan a ver en el interior de la bestia del gran capital. Suspiran por el regreso de la bestia con voz de ruiseñor que igual devoraba los campos, contaminaba las ciudades y masticaba con su tierna sonrisa al obrero. Ahora que les devora, la tierna sonrisa va tomando la forma de dentellada.

Creen que "exigiendo" "lamentándose" y reclamando con "digna rabia" la bestia se compadecerá de ustedes. esta bestia no tiene oídos y poco le importan si patalean mucho o poco.

Estamos en guerra. el gran capital está en guerra contra la humanidad. Y desafortunadamente las guerras no se ganan con lamentaciones y exigencias.

Allá ustedes si siguen queriendo exigir paz donde hay una guerra en toda regla, si desean esperar el adviento de mesías y nuevos embarques de pastillas para soñar en el 2012. En un escenario de guerra los lamentos de la otrora "clase media" sólo estorban.

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