Los recuerdos más antiguos que tengo de la jungla de asfalto se remontan a figuras del mar: "ballenas" y "defines". Así llamaban a las líneas de camiones que conformaban al "pulpo". Mis favoritos eran los "delfines", me gustaba su logo. Ya luego, cuando fueron expropiados se pasaron a llamar ruta-100. Mi abuelo trabajaba para la ruta-100. Casi que digo ruta-100 y pienso en el MPI, el movimiento proletario independiente. Dos veces acompañé al abuelo a mítines del MPI. Era un movimiento fuerte, tan fuerte que el gobierno, cuando la huelga, tomo los camiones y puso soldados como chóferes. ¿Quien quería subirse a un camión de soldados como transporte público? Entonces caminabamos de la Villa a Casas Alemán, colonias típicas de la delegación Gustavo A. Madero.
De la toma violenta de los camiones de ruta-100 ya no se recuperó el MPI. El abuelo se jubilaría, poco a poco se iría borrando esos tonos cafés, los boletos por tragamonedas y los viejos abonos por tarjetas electrónica.
Hoy con megaproyectos de segundos pisos y periféricos aun extraño esos camiones que me llevaron a la escuela, pero más extraño ese espíritu combativo de entonces.
