domingo, 11 de septiembre de 2016

Marchas, familias y matrimonios.


El día de hoy, se realizaron diversas marchas en todo el país en defensa de la familia, los niños y el matrimonio "natural". Organizadas por asociaciones y grupos religiosos, tales manifestaciones fueron la respuesta de este sector a la iniciativa de ley en la materia por Peña Nieto.
Evidentemente, tal propuesta legislativa, presentada originalmente en un contexto electoral y con una suerte de vacíos legales y aberraciones jurídicas no garantiza la solvencia de un nuevo ordenamiento jurídico en materia de uniones legales/matrimonios, el reconocimiento de las diversas formas de organización familiar y la adopción y tutela de menores.
Tal pareciera que dicha iniciativa se presentó con el deseo de atisbar el avispero, más que el de establecer firmemente la legalidad y la diversidad de distintas formas de organización familiar.
Tibiamente, se barajan las distintas formas de convivencia y estructuras familiares; por lo que da la impresión de que sólo se quisiera destacar la Unión de dos personas del mismo sexo, cuando no es así.
Pero le ha dado su cebo a los lobos. Comunicativamente, no ha marcado la distancia que existe entre el matrimonio legal y el religioso. El gobierno, lejos de defender el estado laico, ha dado las pautas para que las iglesias arrebaten la palestra política y hagan omnipresente su estridente discurso homófobo y machista.
La gente no ha salido en defensa de un tipo de matrimonio, sino en contra de otro; no en defensa de un tipo de familia, sino en contra de otras familias; no en defensa  de los niños, sino de  la convivencia y formación de estos por personas a las que ellos consideran pecadores y depravados.
Pero a éstas mismas iglesias su pasado y presente las condenan. Practicantes otrora de la poligamia, ahora nos hablan de un único estilo de matrimonio. Iglesias que fomentan el celibato y agreden a la comunidad homosexual teniendo de entre sus ministros homosexuales reprimidos. Iglesias que ordenan que las mujeres callen, obedezcan y se sometan al varón porque es la "voluntad de Dios". Iglesias que añoran el monopolio sobre la voluntad y el individuo que les arrebató Benito Juárez. Porque ellaa desean decidir quien puede tener pareja y quien no, quienes pueden tener relaciones sexuales y quienes no, quien puede tener hijos y cuántos y quien no. Quien puede decidir sobre su cuerpo y orientación y quien no.
Pero no. El matrimonio entre un solo hombre y una sola mujer no está en peligro. El matrimonio religioso con todos sus rituales y parafernalia no está en peligro. Lo que si está en peligro es el estado laico. Algunas iglesias nos presentan el asunto como si en México se viviera el mismo modelo legal que en Estados Unidos. Algunos de sus discursos y manifestaciones son una calca de las Propuestas 22 y 8 en California. Pero no señores clérigos. En México nadie los obligará a celebrar bodas "gays" en sus centros religiosos, simplemente porque las uniones religiosas en nuestro país (afortunadamente) carecen de valor legal. Ustedes podrán (desafortunadamente), seguir reprimiendo a las mujeres en sus iglesias, siguiendo las consignas misóginas paulinas: podrán seguir rechazando, separando y excomulgado a los homosexuales de entre sus filas; pero no tienen ni el derecho ni la razón para imponer du voluntad y consignas a toda la sociedad.
Laicamente, se deben de desterrar los resabios religiosos que aún subyacen en el matrimonio civil actual. Empezando por su denominación.
A su vez, las comunidades homosexuales, lésbicas, trangéneros, transexuales y demás;  no debieran de aspirar a equiparar las uniones civiles con los matrimonios religiosos. Eso parece ser una súplica por seguir siendo dominados y normalizados discursiva y socialmente. Es una petición para que continúen controlando sus cuerpos y acciones.
Yo no creo que la lucha por sus derechos pase por la transformación de las prácticas religiosas, sino por la consolidación y el fomento de un Estado más laico e incluyente.

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