viernes, 16 de enero de 2009

De fobias y narcisismos

El narcisismo lopezobradorista está lleno de obsesiones electorales. Y eso les lleva pensar que los demás actores sociales giran en torno a esa temática. Las recientes referencias del subcomandante Marcos en torno al lopezobradorismo han sido tangenciales y dirigidas básicamente a dos cosas: La complicidad de Andrés López Obrador en las represiones a las comunidades indígenas y a la desmitificación de la filosofía salvacionista electoral de dicho actor político. Pero lamentablemente, los críticos no han tenido ni siquiera la amabilidad o el deseo de ser sujetos informados sobre en qué contexto se dieron las declaraciones que tanto les incomodan. El reciente festival de la “Digna Rabia” así como ya un año antes el coloquio en torno a Andrés Aubry y las experiencias libertarias de las mujeres que conforman el movimiento zapatista han tenido ser la consolidación del proyecto histórico de la Sexta Declaración de la Selva Lacandona: la construcción teórico práctica de una alternativa no sistémica. López Obrador y el lopezobradorismo no son tema de interés para la Otra Campaña, como aquellos quisieran que fueran, sólo nos atañen, en cuanto agentes represivos y de dominación social. López Obrador, ante las represiones a las comunidades zapatistas, los movimientos altermundistas, la represión a los jóvenes en el Distrito Federal, ante Atenco y la Appo ha preferido mirar hacia otro lado, mientras ha dado línea para que sus subalternos avalen dichas represiones y revienten cualquier forma de organización resistiva que el considere como “peligrosa” para sus ambiciones y que por supuesto no se supedite al ámbito electoral.
La otra campaña, a contrapelo de lo que suponen nuestros críticos mediatizados e informados por sólo lo que leen en la Jornada, el Universal o la televisión mexicana, ha centrado sus esfuerzos, no en el lopezobradorismo, sino en nuestros compañeros presos políticos, en nuestros desaparecidos, en el fortalecimiento de los nodos de la red que se ha ido construyendo; y por su puesto en las acciones no sólo resistivas sino transformativas con miras al 2010. No vivimos en la geografía ni en los calendarios electorales a cuya lógica el lopezobradorismo ahora naranja quisiera que jugásemos. Son ellos, al ver una construcción que viene desde abajo y a la izquierda, quienes temen, porque saben que el pueblo se puede dar cuenta que cuando dejen de mirar el reflejo de López Obrador en el espejo y lo miren a él, encontrarán la consolidación del proyecto neoliberal del que tanto vienen huyendo.
Si nuestros críticos dejaran la mediatización a la que están sujetos por un momento y volviese su mirada a lo que ha sido la Otra Campaña desde el 2005 y lo que ha construido y proyectado, se daría cuenta fácil que esa “súbita” aparición no es más que lo que las televisoras y periódicos quieren hacerle creer, pero repito, nuestro calendario, no es la lógica electoral (por cierto, un trámite más inútil que el conseguir medicinas en el IMSS).
Estos “colaboracionistas” como los llama Felipe, son los que siguen poniendo los presos, los torturados, los desaparecidos, los reprimidos. Extraño colaboracionismo. En cambio, el sedicente presidente, en tanto, aspira a no dejar de vivir del presupuesto como diputado plurinominal, vía el salinista partido del Trabajo y el no menos salinista Convergencia.
Desafortunadamente, los lopezobradoristas, convierten en sinónimos la política y la ideología electoral, como si la política, en palabras de ellos sea “ganar” y “aglutinar” para así poder “mandar.” Nosotros consideramos que la política no es una cuestión de ganar, sino de servicio, no aglutinamos, porque la filosofía del hombre-masa es la ideología de la dominación, construimos puentes entre las diferencias, para nosotros la política es cuestión de autonomía y autogestión, no el ir a poner una x en el candidato de moda con pasado purificado por mesianismo oportunistas que llaman a elegir al represor que ayer encerró a mi padre, desapareció a mi hermano y me despojó de mis tierras, sólo porque ahora el señor es “muy de izquierdas” y muy “progresista”
La única convalidación del calderonismo ha sido el lopezobradorismo mismo. Pero La otra Campaña no tiene la culpa de las derrotas por soberbia y traiciones de los aliados de ocasión del lopezobradorismo, fue Andrés Manuel quien le otorgó el control del partido amarillo a los Ortega y Zambrano, no nosotros; fue él quien no supo defender su “triunfo” ante el retrógrado calderonismo; que no quiera echar la culpa de sus frustraciones y aspiraciones a la Otra Campaña. El tiene la culpa de los amigos y aliados que se ha buscado, no fue la Otra Campaña quien lo llevó a hacer alianzas con los salinistas, el señor fue solito y si se averguenza ahora de ellos y los tiene como hijos putativos, no es culpa nuestra. El señor bien sabía que los alacranes pican.

Y son los jilgueros del lopezobradorismo, los que asustados por el “bajo rating”lanzan estas críticas a la Otra Campaña, preocupados en que la imagen mesiánica no se vea empañada por los muertos que guarda en el clóset. Es obvio que quieren acallar cualquier indicio del pasado reciente que los revele como salinistas, como represores, como asesinos y cómplices del régimen al que dicen oponerse, pero al que aspìran para que llegue el cambio que nada cambia. Esa es la incongruencia del lopezobradorismo.
Finalmente, Felipe, como buen lopezobradorista se va más por la cuestión electoral y nada dice de las represiones, los muertos, torturados y desaparecidos, muchos de ellos a causa del mismo lopezobradorismo represivo y excluyente. Prefiere divagar en hombres de paja, para no abordar el asunto central: El lopezobradorismo es la legitimación y el principal instrumento de dominación y control de las masas, y es cómplice de los actos paramilitares de los últimos años. Pero claro, tales cosas no incitan a votar, ni salen en la Jornada o el Universal, ni las comenta Aristegui.

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