Mas allá de mítines y manifestaciones.
La oligarquía
financiera mundial y sus lacayos que operan el actual Estado mexicano
consideran que ha llegado la hora para cerrar el ciclo de entrega de
los bienes nacionales.
Han bombardeado
escaladamente con reformas legales y segmentación de los conflictos
sociales, a fin de evitar tener un sólo frente de resistencia e
impedir la articulación de los movimientos ciudadanos.
Por otro lado, tales
movimientos ciudadanos, así como los movimientos afines a partidos
políticos no tienen un proyecto de nación que no vaya más allá de
la resistencia y la retórica de concentración de masas. La
oligarquía se considera vacunada contra las estrategias resistivas
basadas en el discurso contestatario y crítico que no afecta a sus
intereses monetarios o el costo es rentable a mediano plazo. También
al haber recuperado plenamente el control de los instrumentos y
aparatos electorales, sabe que no hay oportunidad de que la oposición
pueda sustituirle.
Antes de plantearnos las
estrategias para evitar la privatización de PEMEX, debimos de
habernos planteados como quitarle el control al Estado de tal empresa
y recuperarla para la nación. PEMEX actualmente no responde ni a los
intereses ni a las necesidades de los mexicanos, sino al de los
ladrones que la han saqueado, minado y seccionado para su entrega.
Más que defender PEMEX, las acciones resistivas debieran de
aglutinar la defensa de los recursos naturales en su conjunto. La
Oligarquía financiera viene a terminar de apropiarse de los recursos
de la nación, no les interesa ni un ápice la empresa en sí, porque
la misma desde hace tiempo ya responde a sus intereses, y define su
accionar de acuerdo a las condiciones que le impongan los reguladores
del mercado. Lo mismo ocurre con la CFE, Caminos y puentes federales,
etc. Hace mucho tiempo que se han convertido en sólo oficinas
administradoras de la corrupción, mientras el capital nacional y
extranjero regentea las utilidades, les fija excesivos costo de
producción y transfiere los pasivos a las arcas nacionales.
Por eso, cualquier
propuesta, en los momentos actuales, que no pase por afectar los
intereses financieros del capital, será pura retórica testimonial y
electorera.
¿Y que afectará más a
esa oligarquía? ¿Una concentración multitudinaria o la toma a
nivel nacional de los pozos petroleros? ¿Una marcha por el paseo de
la Reforma o una huelga nacional?
Es el momento de
definiciones drásticas, por que drástica es en estos momentos la
ofensiva, pero si hoy volvemos optar por más marchas, por concentrar
todo el esfuerzo solo para crear un nuevo partido político que
derivará en lo que hoy es el PRD, o por esperar a la próxima
elección federal para “ver si ahora sí” será un desperdicio y
lo que precisamente esperan los saqueadores del país que suceda.