sábado, 23 de septiembre de 2017

Huracanes y Terremotos

HURACANES Y TERREMOTOS.



Septiembre, ha sido un mes aciago. Trágico. Pero al mismo tiempo ha sido la revolución del viento y el movimiento de la tierra lo que nos ha revuelto y movido como ciudadanía.

Ha permitido a una buena parte de la sociedad dejar su aletargamiento y miedo; salir a las calles y hacerse presente y solidaria.

Y eso da miedo, mucho miedo a las élites que regentean este país. “Que tal y se le ocurre a esa misma sociedad echarnos a la calle, darse cuenta de que no les hacemos falta.” Por tanto, emprendieron inmediatamente una estrategia de control de daños en dos vertientes: Militarizar y controlar las acciones de ayuda y rescate, por un lado; y por otro mediatizar y dispersar lo más extensamente bulos.

La militarización no sólo ha pretendido controlar las operaciones de rescate y el acopio de ayudas, sino impedir el acceso de la ciudadanía tanto a las zonas devastadas como al contacto directo con otros ciudadanos, a fin de fortalecer la organización independiente. Esta militarización se ha extendido a todos los ámbitos, hasta la omnipresencia.

El problema no es sólo el uso electoral de los recursos y acopios, lo cual no es de extrañar en la clase política corrupta; ni tampoco el uso de los mismos en publicidad y deducción de impuestos entre los empresarios del país; sino en los jugosos negocios que derivarán de estas tragedias. Negocio desde el momento en que las ayudas son adquiridas en los grandes supermercados. Con el pago de transportación y gasolina altamente gravosos. Y es sólo el principio, pues viene el gran negocio de la reconstrucción; el gran negocio electoral de los programas sociales que lucrarán mucho mejor que con las tarjetas monex en la campaña de Peña Nieto. Porque esta gente, no está viendo el presente, están mirando a julio de 2018. Y no están mirando las casas caídas o las vidas perdidas; están mirando el relleno de urnas o la caída electoral del adversario. Y aquí caben todos los partidos y sus candidatos, con sus paripés de procentajes de un dinero que no es suyo.

Pero la ciudadanía, aunque sin una organización más allá de la tragedia, ha sido valiente y generosa. Y mientras más días pase organizada, más temor provoca en las élites. Sabe que esto puede descarrilar todo el entramado de tecnología del miedo implementada. Todo ese andamiaje electoral que hasta ahora ha servido como válvula de control de la participación política.
Es tiempo de que los huracanes y los terremotos miren para arriba. Que sean barridas las élites corruptas, que tiemblen, que teman ¡QUE SE VAYAN!

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