Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra: Mas cuando domina el impío, el pueblo gime.
(Proverbios:29:2)
Ocho de la mañana, salgo a la calle. Al pasar por las casillas electorales, miro a la gente con ansiedad, dispuesta a sufragar, a sentir que depositando un papel sus condiciones de vida cambiarán . Desde las seis de la mañana, en mi calle, los operadores del PRI se movilizan para coordinar el fraude electoral y la inducción del voto. Van con sus listas de casa en casa, mientras van llegando taxis y camionetas para ir a votar a favor del candidado de las televisoras.
Un vecino muy ufano me enseña su tarjeta de monedero electrónico que ampara su pago, mientras me dice: "De todas formas el PRI se los va a "chingar" ".
Taxis y camionetas van y vienen de la casilla electoral. Me subo en una de ellas, uno de los pasajeros me comenta: Yo voy por que quedaron de mandarnos lo de unos materiales para la casa, pero sabe, voy a votar por Josefina, porque así nos dijeron en "Oportunidades", y por Jeanny (Arroyo de Cienfuegos, esposa del presidente municipal de Papantla) por lo que nos van a dar hoy (despensa y dinero).
En la tarde, un connato de pleito, por el ya descarado acarreo de personas, interviene la policía a favor de la coordinadora priísta, poniéndola a resguardo.
Por fin identifico la casa de la operación "ruleta". La dueña de la casa vende "antojitos" en la noche, y seguirá haciéndolo después de estas elecciones, mientras sus candidatos vivirán en la "dolce vita".
Es de noche. Cara triste de los priístas al ver que a pesar de su operativo, gana Abad y López Obrador en esa casilla. Pero el juego real está en otra parte, en las televisoras y en los Pinos. Y las caras largas de los priístas pasan del silencio al bullicio, mientras la maquinaria televisiva anuncia el triunfo del candidato mediático de apellido Peña. Me quedo entre la sensación profética de que eso pasaría y el sentimiento que tuve días antes al pasar a mis vecinos el vídeo "Romper el Cerco", a fin de que conocieran que tipo de presidente quedaria.
Para aquellos que sólo ven las elecciones como único instrumento de cambio, y para aquellos que están desencantados, pero esperan líderes; ahora es el momento de gobernarnos a nosotros mismos. El 40% inflado de Peña Nieto, sólo representa a lo mucho el 20% de mexicanos conformes con él ¿No es tiempo ya que el otro 80% actúe diferente? La lucha de los de Atenco, es hoy, más que nunca, la prueba palpable de que puede la oligarquía con sus televisoras y presidentes títeres, ser derrotada.
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