miércoles, 12 de octubre de 2011

Seguridad

Escuchamos gritos de horror, palabras de coraje y frustración, de rabia e impotencia. Las imágenes diarias de decapitados, de niños y adultos etiquetados como "daños colaterales". El llanto de quienes han perdido a un familiar, la desesperación de aquellos que ven como sus fuentes de trabajo y el bienestar de sus familias se desmorona. Las quejas de los que ya tienen que pagar peaje y derecho de piso a distintas bandas de delincuentes, con el riesgo de que si la plaza es ocupada por una nueva organización delictiva, haya represalias en contra. 
Y la guerra sigue, las matanzas siguen en medio de declaraciones en neolengua guerrera. Y lo peor de todo este panorama, es la idea, el sentimiento, de que no podemos hacer nada, que debemos de vivir como corderos, esperando la hora en que nos toque participar en la matanza.
En tanto, el discurso predominante es que esta guerra es del estado contra la delincuencia y que se remediará haciendo funcional al estado o dándole mayores poderes para que enfrente a las organizaciones delincuenciales. Pero el estado mexicano es un estado delincuente, ceder en más derechos o aprobar leyes bajo la lógica de la guerra, es dotar a una de las bandas criminales de mayores facultades para asesinar y delinquir. Esta curiosa guerra finalmente mata más a civiles que a delincuentes, luego entonces, no es una guerra contra tal o cual cártel, es una guerra contra nosotros, la población civil, una guerra del estado contra los ciudadanos.
En segundo lugar, debemos de mirar hacia los promotores de esta guerra, el gobierno y las corporaciones de los Estados Unidos. Centrar nuestros esfuerzos en denunciar únicamente al estado nacional es estéril. Esta guerra, que no inició ahora ha tenido como propósito el desmantelamiento de las instituciones locales, el desmembramiento del tejido social, la ocupación de territorios y áreas económicas estratégicas y el control geomilitar de nuestra nación.
Por lo anterior, para dejar de ser espectadores llenos de dolor, impotencia y rabia, debemos reconocer a nuestro enemigo y las estrategias de dominación que utiliza. Debemos de dejar de victimizarnos y participar activamente, y esto parte de reconocer que el estado nacional, las corporaciones norteamericanas y su gobierno son enemigos, y con los enemigos, cuando se está en guerra, se parlamenta en tales términos. Ir a llenar plazas o firmar pliegos petitorios es ineficaz, porque no toca ni un ápice las estructuras del estado delicuencial.
La dominación capitalista parte de borrar nuestra subjetividad para cosificarnos, adjetivizarnos es una forma de control. Lo mismo que hacerlo a nuestros muertos. No son daños colaterales, son asesinatos. Por lo tanto, pronunciar el nombre de nuestros muertos y desaparecidos es darle una dimensión humana, abandonemos las cifras y démosle nombre y razones, nuestras razones y no la de los delincuentes.
La guerra territorial entre el estado y los cárteles, lo es de forma superficial. Por el contrario, las ganancias se han incrementado, la rentabilidad se ha consolidado, luego entonces no existe tal combate, solo una redistribución de la dominación y control de la población civil. Si la gente tiene miedo, está en sus casas, si teme nombrar a un cártel o sustituye su nombre por una palabra clave y sus charlas giran en torno a ello, si su búsqueda mórbida en la internet está centrada en las nuevas formas de tortura o asesinato; esa gente no se organizará para combatir al estado delicuencial, ni para modificar los mecanismos de dominación, por el contrario, reproducirá la lógica del terror.
Desintoxicarse de ver tanto el blog del narco, para que nuestra mente construya una crítica al sistema de dominación capitalista y diseñe estrategias defensivas y ofensivas contra tal dominación, es imperativo. En el caso de la delincuencia ligada al narcotráfico, debemos verlo no como un problema jurídico, sino como parte funcional del sistema capitalista. Y así como dadas dos empresas, la competencia no es entre ellas dos, sino entre ellas y sus trabajadores por obtener mayor plusvalía; así sucede con los cárteles y el estado delicuencial mexicano, no compiten entre ellos, sino por el control y el miedo a infundir a los ciudadanos. De allí, que la preocupación de unos y otros es evitar cualquier forma de organización ciudadana, cualquier forma de resistencia que emprendamos.
Podría abundar más en el tema, pero ando corto de tiempo
Por lo tanto, mi propuesta es:
Organizarnos localmente, sin supeditarnos a ningún movimiento nacional. Los movimientos nacionales terminan diluyéndose en demandas demasiado generalistas y al final poco representativas. Pero si podemos convocar a nuestros amigos, conocidos y a ciudadanos de nuestra ciudad a organizarnos
Podría convocarse e invitar, como ciudadanos independientes a discutir las estrategias de organización y evaluar las perspectivas que tenemos en torno a esta problemática. Ver formas de financiamiento, de soluciones autónomas y de acotamiento de los poderes fácticos. A partir de una organización propia, podemos adherirnos o coordinarnos con otras organizaciones regionales o nacionales, pero bajo nuestra agenda. La delincuencia está organizada ¿para cuando nos organizamos nosotros?

1 comentario:

Mauricio P dijo...

En mi país Colombia es igual, casi no noto diferencia, aunque dicen los expertos q en Mejico hay mas corrupción. Bueno eso era xq el gobierno de Uribe, se oculto la verdad de la corrupción, q ahora con el nuevo gobierno de Santos se está destapando. Sin embargo en estas elecciones del 30 de Octubre tal parece q las mafias los para-militares y para-políticos pueden seguir consolidando su poder en varios departamentos. Y el ciudadanos ni se inmuta, parece q estuviera drogado.

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