Sólo escuchamos a los empresarios, preocupados por que sus socios narcotraficantes se han rebelado, porque sus guardias blancas ahora operan por su propia cuenta, porque sus exsubalternos ahora también se llaman “empresarios” y participan del 4% de PIB. ¿Pero alguien escuchó a Juan Pérez al que las “fuerzas del orden” le desaparecieron a su hijo por cometer el delito de manifestarse? ¿Alguien escuchó a María García a quien los soldados ultrajaron y violaron después de allanar su casa? ¿Alguien escuchó al viejo Pedro a quien los militares se llevaron a su hijo acusándolo de subversivo?
¿Oh es que vamos aceptar la profundización de la militarización del país sólo porque los de “arriba” tienen miedo? Las reformas judiciales sólo buscan adaptar el marco jurídico mexicano al estadounidense y sólo responde a sus necesidades, adaptándose al discurso de seguridad hemisférica. Nos hablan de que sin seguridad no habrá empleos, porque los inversionistas se irán del país ¿Pero que tipo de empleos generan el país? Salarios bajos, jornada de trabajos de 10 horas diarias, y nulos derechos laborales o posibilidades de organización.
También ha servido como escaparate para enviar el mensaje al público de que tratándose de su seguridad, el sistema político se mantiene unido. Y es que las técnicas represivas de la policía del Distrito Federal no dista mucho de la que utiliza Fidel Herrera en Veracruz o Felipe Calderón a nivel nacional.
Y lo más curioso, es que muchas convocatorias de protesta contra la delincuencia la realizan contra los operarios y con velas, como si la luz de las mismas pudiera conmover en lo más mínimo a los asesinos, no se han dado cuenta que la seguridad ha sido secuestrada, que la misma se cotiza, que es un activo de particulares y que es un gran negocio privado, de seguridad pública nada. Los policías ingresan a las corporaciones y escalan en ellas a través de sobornos ¿Cómo se espera que después no sean corruptos? Y si proceden de las fuerzas militares ¿cómo se espera que salvaguarden los derechos humanos?
Si algo está ahora secuestrado es precisamente la seguridad pública y parece que nadie está dispuesto a pagar el rescate.
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