miércoles, 26 de julio de 2006

PRESOS DE CONCIENCIA Y CONCIENCIA PRESA



En estos días, en que los titulares solo hablan de “Defensa del Voto” “Voto por voto y casilla por casilla” “Por un México en Paz” y “México es un país de instituciones”; en donde hacer política se reduce a realizar marchas, estribillos, sermones que hablan de la voluntad de Dios para que el sistema siga igual y a reuniones oligárquicas; en donde lo importante se convierte en nota pasajera de conversación; es necesario destacar la condición de los presos de conciencia en nuestro país, porque su condición es paradigmática para explicar la guerra de mediana intensidad que se libra contra las comunidades y organizaciones sociales en México.


Primeramente, los presos políticos en México corresponde mayoritariamente a líderes de organizaciones comunales e indígenas, que han participado en movimientos de defensa de la tierra y los recursos naturales. En segundo lugar, encontramos a defensores de derechos humanos. En tercer lugar, líderes altermundistas contra el modelo neoliberal. Ello nos permite ver cuales son los escenarios donde se libra la guerra.


El último reducto de resistencia, y lo que realmente ha impedido la venta total de nuestro patrimonio, ha sido la resistencia de los pueblos y las comunidades en defensa de la tierra y el subsuelo. El sistema ha practicado estrategias de deportación, de colonización a través de pobladores mestizos y necesitados de espacios para vivir y fuertes represiones militares, paramilitares y policíacas. El último gran ejemplo de ello, es la represión brutal contra los pobladores de Atenco.


Pero como Amnistía Internacional solo “adopta” presos de conciencia anticastristas y antichavistas ¿Quién se acordará de los presos de Atenco?


¿Quién se acuerda de Digna Ochoa? Seguramente, no el Señor López Obrador, que encubrió su asesinato. Ahora ella es presa política permanente en el limbo de la muerte.


Por ello, considero que es necesario , es necesario, como ciudadanos, solidarizarnos con los presos de conciencia, porque su lucha, es nuestra lucha y no se puede permanecer indiferente ante ello. Eso es parte de “La otra campaña”.


Estamos inmersos en una guerra sin cuartel, no podemos dar la espalda a quienes caminan y caen por el mismo sendero que nosotros, aunque lleven zapatos diferentes o no los lleven.


El arma del enemigo es el olvido, la desmemoria, la reconceptualización. No olvidemos.

Que nuestra conciencia no sea una prisionera más.

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