Me duele ver tus lágrimas esparcidas
En tu rostro distante y aciago.
Y saber que no puedo enjugarlas,
Ni con palabras o bálsamos.
Me duele ver tus manos apretadas
Como queriendo retener momentos.
Como quien se sujeta al volante
De un vehículo contra el viento.
Me duele escuchar tus palabras
Que invocan tu propio sufrimiento,
Esa ficción de tardío invernal
Ese afán de aferrarte a lo incierto.
Me duele ver tus lágrimas esparcidas
Porque no es por mi quien lloras
Me duele ver tus manos apretadas
Porque no soy yo a quien añoras
Me duele escuchar tus palabras
Que no me nombran ni abrazan,
Me duele que no seas mía
Y que la espera sea tan larga...
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